Desde el año pasado, Niv y yo queríamos ver el nuevo montaje de Macbeth de la ópera de Munich. Les dejo una reseña en un blog, que contiene buenas fotos de varias escenas. Hasta que salimos me enteré que la nuestra era la última función, asi que me sentí afortunada de haber conseguido boletos aunque no tuviéramos asiento. Las casi tres horas parados valieron la pena. Nuestras compañeras de sacrificio por el arte fueron Sara y Kristen.
La puesta es muy muy darketa, algo minimalista, muy gráfica, y en mi opinión, muy efectiva. Las brujas dan miedo, los muertos dan lástima genuina y uno desarrolla una buena cantidad de resentimiento contra los malos. Listo los puntos que me llamaron la atención:
- El escenario es una especie de mar ondulante de craneos humanos que da una interesante sensación de desolación en los momentos adecuados.
- Las brujas son un grupo de seis niñitos vestidos como estos niñitos. Una idea genial que le pone a uno los pelos de punta cada vez que salen a tirar profecías.
- Lady Macbeth se lleva el show. Es una soprano delgada y bien torneada, que realiza algunos lances acrobáticos muy llamativos. Mi favorito: cantó sobre un enorme candelabro y luego procedió a balancearse en él con todo y unos altísimos tacones.
- Los "extras" (coro y bailarines/actores) hacen un trabajo increible. Varias veces están en paños menores, otras cuantas directamente en pelotas. En una ocasión cubren parte del escenario de (supuesta) orina, en otra tienen una (supuesta) orgía multitudinaria. Y la más impreisonante de todas: a algunos de ellos los cuelgan de una o dos piernas durante una larga escena trágica que dura como diez minutos... no se mueven ni un milímetro.
Me asombra como un pequeño número de elementos bien puestos puede funcionar tan bien en un montaje. La ópera me divierte en general, pero esta vez realmente la gocé.
La bonita casa de la ópera de Munich
Nuestros espaciosos lugares
El culpable que compró los boletos
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