Desde hace tiempo quería escribir un post sobre un horrible vicio que nos ahoga a los mexicanos: la informalidad. Creo que la primera vez que se me ocurrió hablar del tema fue en marzo, y desde entonces he visto tantos ejemplos tan penosos, que me han hecho pensar que el asunto es verdaderamente un problema inmenso. Y les advierto, lo que viene es un largo berrinche, si no están de ánimo o no son mexicanos, les recomiendo abstenerse.
Por informalidad no me refiero sólo que haya viene-vienes copando las calles, o gritones vendiendo cosas piratas en el metro, o que todo mundo llegue mínimo 20 minutos tarde, sino también a esa actitud mental en la que las reglas (escritas en la ley o dictadas por el sentido común) son para los demás y no para mí. En un día normal, la informalidad nos cuesta en tiempo dinero y esfuerzo: tener que dar tres vueltas para un trámite simple, comprar algo que se rompe a la semana, dar un gran rodeo por falta de letreros, etc... en un mal día, mueren 50 niños calcinados en una guardería, pero todo es producto del mismo vicio.
Muy seguido la cuadradez alemana me pone de malas, pero evidentemente prefiero vivir bajo un régimen rígido en el que uno sabe qué reglas aplican, que vivir en la inseguridad existencial de no saber cuánto trabajo te va a costar cualquier cosa o si se va a conseguir. Por supuesto que México no es el único país con ese vicio, es más, probablemente no sea el peor, siempre hay naciones Africanas para comparar y quedar "bien". Aun así, no voy a comparar nuestros hábitos nacionales con los de paises desarrollados, es tan inutil como compararnos con los Africanos, pero sí nos voy a comparar con un país que acabo de visitar y que nos es equivalente: Chile. No se si alguien me pueda explicar por qué los chilenos sí se pueden organizar aceptablemente a la hora de manejar sus autos, o de organizar el transporte colectivo de sus ciudades, o su aerolinea nacional. Por qué no agarran a pedradas las embajadas de paises a los que acaban de vencer en futbol. Por qué no les molesta seguir las reglas sociales y las leyes. ¿Dónde está la diferencia?.
También hay ejemplos de informalidad intelectual, de la hueva que nos da repasar procesos lógicos. Para el 95% de los mexicanos, no es posible que un loco idiota boliviano haya tenido una pésima idea para revelar una profecía, es obvio y claro que tiene que ser una fabricación del gobierno para distraernos (dos horas) de los aumentos de impuestos. Ignoremos todas las fallas lógicas que eso implica, para que molestarnos.
Y hablando de impuestos. Llevo casi diez años leyendo análisis de sencillos a detallados sobre todas las reformas que son necesarias para que la economía del país camine por un rumbo deseable. Cada vez que se propone una de esas reformas, un buen porcentaje de la población brinca y se opone a ellas (la de Pemex es el mejor ejemplo, había que salvar nuestra soberanía). Por otro lado, hay sólo tres maneras de cuadrar un presupuesto, a) se adquiere deuda, b) se aumentan impuestos, o c) se reestructura la recaudación y el ahorro con reformas de fondo. La "a" ya la probamos y fue un desastre, la "c" es imposible debido a nuestra clase política, así que sólo queda la "b". Nadie se molesta en seguir las conclusiónes lógicas de que si me opongo a la reforma de Pemex, me van a atorar con más impuestos, o que si no se toca la tasa del IVA, entonces va aumentar la del ISR y van a aparecer nuevos impuestos.
Nos quejamos amargamente de los privilegios de la clase política, pero no hacemos nada para pararlos. Nadie se ha ido a manifestar enfrente de la cámara (o circulado una petición, por ejemplo) para que no se le pagen 11,000 pesos por boleto a avión a cada representante. Es porque a pesar de que nos enfurezca, siempre acabamos con "pero es que aquí así son las cosas", "asi somos los mexicanos", "no hay para donde hacerse". Juanito es un excelente símbolo de lo poco que nos importan las reglas y procedimientos, existe porque lo permitimos.
Las cosas no van a cambiar en México (a un ritmo razonable) a menos que seamos concientes de la informalidad que nos envuelve y la combatamos. Hay mucho que hacer, pero nuestra primera meta debería ser deshacernos de Elba Esther y todo lo que ella implica, que los niños y jóvenes no adquieran nuestros vicios. ¿Cómo nos deshacemos de la maestra?.