29.12.10

Llegada

Esta ha sido uno de los aterrizajes de mudanza más extraños que me han tocado. Dos días nebulosos en medio del jet-lag, antes de salir pitando hacia un nuevo destino. De entre los vagos recuerdos de esos dos días puedo reportar que Leah parece poder vivir y morar donde la pongan. Inmediatamente se acomodó en su nueva cuna (que es de viaje), y ha aprendido a estar rodeada de montones de gente algo más ruidosa que la de Munich. Durmió de noche mucho más de lo que yo hubiera pensado, y hasta tuvo la amabilidad de despertarse media hora para que la conocieran las visitas.


El reencuentro con la abuela Martha y el encuentro con el abuelo Toño resultaron muy positivos. Inmediatamente les hizo ojitos y se la han pasado del tingo al tango desde entonces. Tengo la impresión de que me la van a malacostumbrar a la buena vida y después la pobre tendrá que volver a aprender a vivir en el régimen de sus padres... ni modo.



Notarán en la última foto que ya estamos tratando de darle comida sólida. Por ahora se trata sólo de que entienda que la papilla tiene que ir del exterior hacia su organismo. Vamos de gramo en gramo, ahi la llevamos.
En su nueva butaquita. Nótese el hilo de baba.

Feliz con el abuelo Toño.

¿Qué?, ¿cómo?

Encanchadísima en los aviones a estas alturas.

21.12.10

Despedidas

A pesar de que ahora me encuentro en un paraiso tropical, prefiero hacer las cosas ordenadas y sacar pendientes. Vuelvo su atención a climas glaciales.

Tuvimos varias comidas de despedida con grupos pequeños de gente y una reunión oficial en un bar que siempre nos ha gustado mucho. En principio me hubiera gustado hacer lo propio en mercados navideños, pero Leah se enfermo la última semana y aparte cayeron cantidades bárbaras de nieve. Yo alcancé a visitar brevemente un par de mercados, pero ni de lejos como me hubiera gustado. Gracias a todos mis amiguitos por acompañarnos esos últimos días. Los voy a extrañar mucho queridos.

La última semana y pico la pasamos en casa de nuestro amigo Martin, que andaba (anda) de vago en Australia. Como Leah se enfermó, la generosidad de Martin acabó siendo providencial, porque así la pobre se pudo quejar y dormir mal sin estar molestando a nadie mas que a sus papás. Miles de gracias a Martin por el super paro que nos hizo.

Y bueno, la salida del país no fue sin contratiempos. Nos tocó el principio del desastre aeroportuario que tiene asolada a media Europa. Por fortuna, la solución en nuestro caso fue volar via San Francisco en lugar de via Frankfurt. Llegamos 10 horas más tarde de lo planeado y en calidad de trapos, pero viendo las historias de estos días, nos fue bien. En ese momento, agradecí más que nunca el pasaporte alemán de Leah, porque si no no hubieramos podido hacer tránsito por gringolia. Por cierto, por primera vez me sacaron de quicio los agentes de seguridad del aeropuerto. Esos cruces están alcanzando niveles estúpidos de necedad.

Aca va la crónica en fotos de nuestros últimos días en Bavaria.
Adios Harry

La mutsy aguantando el temporal

Los papás y sus bebés

Mi monstruo comegalletas

Gabriele sabe lo que es bueno

Adios amiguitos

Los voy a extrañar

Mis queridas compinches

Mercadeando con Remco

Leah se despide de la cerveza bávara

Leah aprovecha la comodidad del lounge de Lufthansa

1.12.10

Aying

Hace casi un año y medio, recibí de regalo de cumpleaños la promesa de una visita a un cervecería cerca de Munich. La principal organizadora del regalo estaba embarazada, así que pidió esperar hasta después de que diera a luz para poder tomar un poco. Luego la que empezó a echar panza fui yo, así que el tiempo pasó y no hicimos efectivo el regalo. Con la amenaza de nuestra inminente partida, los del regalo decidieron que ya era hora de ponerse al corriente, sobre todo aprovechando que nadie está embarazado.

Al final se decidió ir a Aying, que como es de esperarse es donde se produce la cerveza Ayinger. Hicimos una versión corta del tour, porque entre tanto chamaco y carriola, era lo más razonable. Los participantes del tour fuimos tres parejas de adultos y cuatro pequeños con edades de 0.3 a 3.7 años.

El tour fue en alemán, dado por un educado señor que no es cervecero, pero que le sabe mucho al asunto. Lo hace por hobby y afortunadamente no tiene uno de esos acentos bávaros que matan. Descubrí que en realidad sabía muy poco sobre manufactura de cerveza en general, y claro, ahora sé varios detalles importantes sobre la manufactura de la cerveza bávara. Entre otras curiosidades, para llamarse cerveza bávara, es necesario que use agua proveniendte de la zona y de una profundidad específica (en la que no tiene esos minerales que hacen el agua del grifo tan pesada). Esa cervecería en particular, sólo utiliza lúpulo crecido en los alrededores de la zona. Debo confesar que hasta ese día me quedó claro cómo se ve el lúpulo. El color de la cerveza está dado por el grado de tostado de la cebada, y como es de esperarse, el proceso de fermentación es lo que define las características más importantes de cada cerveza. Ahi es donde hay que tener a un brauermeister presente.

Hacia el final de la sección de manufactura, nuestro guía se acercó a uno de los tubos y ¡zaz!, que le empieza a ordeñar cerveza. Nos ofreció así un desyuno de los campeones (eran las 11:00 de la mañana). En ese momento caí en cuenta que de calle era la cerveza más fresca que había tomando en mi vida. Procedimos a visitar la sección de embotellado y almacenamiento, y después a admirar la película en 3D más chafa que se ha producido en la historia.

Cerramos el día comiendo en un restaurant tradicional pero fresa. Ahi se nos unieron una pareja y una pequeña más. Yo pedí un platillo con gamuza (la carne del animal, no la piel), bastante bueno, y cerré con un excelente strudel de manzana. Nuestra mesa era tan espaciosa y la sobremesa tan larga, que en algún momento cuatro de los cinco niños estaban dormidos a nuestro alrededor.

Fue una excelente manera de despedir a un grupo de queridos amigos, y aunque tardó un poco más de lo planeado, fue un gran regalo de cumpleaños. ¡Gracias a todos!

Pelotón de carriolas

Muy atentos

La ordeñada

Desayunando

Niv y Leah (algo fuera de cuadro)

Vean que atenta estaba Leah

En la embotelladora

¿Qué tal?

Productos autóctonos

En la sobremesa