11.3.13

Huatulco

Me puse a ver el calendario, descubrí que nos quedaba un fin de semana libre hasta la salida de Niv y rápidamente decidí que era ahora o nunca, teníamos que hacer ese soñado viaje veloz a una playa los dos solos. Afortunadamente los precios son realmente bajos en estas épocas, así que conseguí un muy buen paquete de vuelo y hotel para tres días.

A pesar de nuestro enorme amor por Oaxaca, nunca había estado en Huatulco, así que me pareció buen lugar para la escapada. Las bahías están monas, aunque el mar es casi una alberca. No muy aventurero. De todos los hoteles que vi, definitivamente el que más me gustó fue el que escogimos (Camino Real). Comimos ahi mismo casi todo el tiempo, y la verdad quedamos muy complacidos. No estaba vacío, pero había poca gente, así que nadie nos perturbó nuestro anhelado descanso. No se cuánto tiempo había soñado poder leer un libro tumbada viendo el mar, y lo logré.

El útimo día fuimos a la bahía de Santa Cruz, que es la más populachera. Otra vez comimos rico (aunque yo pedí un aguachile que casi me mata de picoso) y nos entretuvimos mucho viendo a la gente. En particular me asombró ver a una muchachita de unos quince años que se tomó no menos de 50 fotos con su propia cámara y brazo, a plenas doce del día, con una luz horrorosa. Primero pensé que era para su facebook, pero ya que rebasó las veinte fotos, supuse que era para algún novio.

Niv ocupó un porcentaje no despreciable de su tiempo juntando conchitas para su hija, cosa que le dio muchos réditos porque al niña quedó fascinada con su medio kilo de caracolitos y conchas. También le compramos regalitos y ni los peló.

En resumen, Huatulco es un lugar ideal para una visita corta que no requiera mucha aventura. Se come y se descansa bien. Si lo que se busca es acción (no era nuestro caso), hay mejores destinos.

La alberca privada, que usamos un total de 10 minutos
Montones de cangrejos
Iguana florifílica
En el mar...
Comida de despedida de la costa
Mi nuevo sombrero
Bahía de Tangolunda