2.7.07

Crónica porteña II

Ya se que ya llovió, pero por completez y para que no se me queden las ideas en el tintero, ahi les va lo último del viaje.

Todo marchaba a pedir de boca para salir de Iguazú, pero el avión que venía de Buenos Aires tuvo que devolverse porque alguién se enfermó. Total que llegué a la capital mucho más tarde de lo planeado y bastante cansada. Para colmo, hacía un frio de perros, asi que para no romperme la cabeza haciendo planes, acepté la oferta de mi hotel para ir a ver un show de tango. No me arrepiento de haber ido, pero no fue la gran cosa. Creo que valieron más la pena los cantantes que los bailarines. Cuando los bailes populares estan coreografiados, no se ven bien, o a mi no me laten. Es como ver una coreografía de danzón y compararla con los viejitos que bailan en Veracruz o en la ciudadela, nada que ver.

Al día siguiente salí del hotel, caminé dos cuadras, y me topé con una tienda llamada "Musimundo"... uta, salí de ahi como si fuera navidad. Para cuando acabé con la sección "rock en castellano", ya se me venían cayendo los discos y me tuve que conseguir una canastita. Sufrí muchísimo para escoger DVDs de Les Luthiers y sufrí menos para escoger discos de tango, mis conocimientos son tan básicos, que me fui por lo fácil. Lo más maravilloso de todo son los precios. Me agencié 14 discos, 5 DVDs, y un libro ¡por cien euros!. El atendento resultó ser super fan de Soda y Cerati, tenía boletos para los tres conciertos del estadio de river que habían salido a la venta, y pensaba comprar para los otros dos.

Fui a las "Galerias Pacífico" solo a echar ojo, sin ánimo de consumir. No conozco todos los malls del mundo, pero creo que éste debe ser de los más bonitos. Aparte, en qué centro comercial se topa uno con algo equivalente al "Centro cultural Borges". Mantuve mi técnica de caminar sin rumbo fijo, siguiendo a los instintos. Los instintos de mi estómago me llevaron al famoso café Tortoni, que al parecer es el único café viejo que queda en Buenos Aires. Un edificio muy bonito, la comida 'x'. Ahi cerquita está la catedral asi que fui a echar ojo. Es la catedral más rara que he visto en la vida, por enfrente parece templo griego y no tiene torres, solo tiene una cúpula que queda muy escondida para ser admirada. Eso sí, por adentro se ve como una catedral normal.

Tomé el 'subte' para ir a dar a Palermo. Fui a la casa de la infacia de Borges, que más alla de la placa no tiene gran chiste, y luego me acerqué al tianguis de los sábados. Decidí probar mi suerte y preguntarle a un taxista si sabía llegar a la plaza Mafalda, cuya dirección me fue imposible conseguir. Para mi fortuna sí me pudo llevar, asi que me di el gusto de visitar lo que yo crei que debiera ser un lugar de adoración y peregrinaje, pero que resultó ser un parque descuidado, lleno de junkies y homeless, con una esquinita reservada para que jugaran los niños... triste. Tomé fotos a todo vapor, y volví al tianguis. El chofer del taxi resultó ser fan del rock en español y me presumió que acababa de comprar boletos para ver a los Heroes del Silencio. Pura envidia.

En el tianguis no compré gran cosa, pero me divertí de lo lindo viendo muchas camisetas simpatiquísimas. "Diego armando", con Diego ponchando; "The Ramones", con cuatro cabezas de don Ramón el de Chespirito; "Vaca" con letras y logo igualitos a los de puma, pero con una vaca. En efecto, Palermo es un barrio muy agradable para caminar y ver gente, pero si uno no va a compañado, no tiene tanto chsite sentarse a consumir en un café, por lo tanto decidí volver al centro para redondear mi ruta de consumo. Varias personas me recomendaron visitar la libreria "El Ateneo" que ocupa el lugar de un viejo teatro. Muy bonita, solo compré tres libros.

Hacía todavía más frio que el día anterior. En mi guia estaba recomendado un restaurant que tenía la inmensa virtud de estar a 50 metros de mi hotel. Fui a empacarme mi última media vaca. El mesero fue amabilísimo y yo estuve a punto de protagonizar el final de "The meaning of life" porque me trajo como cortesía un panecito con riccota que estaba delicioso, pero que casi me mata. Cerré el viaje con una amenaza de indigestión, pero lo bailado nadie me lo quita.

Después de volver estuve dos semanas sin comer carne, necesitaba desintoxicarme.

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