Hay muchos aspectos de la sabiduría popular que están llenos de razón y que nos salen caros cuando los ignoramos. Es bien sabido que las amistades y los negocios no se deben de mezclar, sin embargo, yo le propuse a una amiga un intercambio en el que todos salíamos beneficiados y el asunto me explotó en la cara.
No se si sepan, pero en Alemania es común que los departamentos no tengan cocina. Al mudarse en general hay dos opciones, o tomas la cocina del que se va (comprándosela directamente, al margen del dueño del departamento) o la instalas tu al mudarte. Nosotros tuvimos que instalar la nuestra. Fue una de las experiencias más intensas y diría que hasta traumáticas de mi vida, un trabajal bárbaro. Por otro lado, nuestro departamento tiene una ubicación excelente en Munich y se renta a un precio muy razonable. Esto implica que es un departamento muy peleado en el mercado, y muy difícil de conseguir por la libre. Munich es un lugar rudo para rentar, la mayoría de la gente se tarda un mes o más en encontrar donde vivir, es mucho trabajo buscar.
En vista de lo anterior, cuando supe que mi amiga se mudaba a la ciudad con su flamante marido, se me ocurrió que era una gran idea que se quedaran con el departamento. Ellos se ahorraban la búsqueda, y nosotros no teníamos que desmontar la cocina. Todos ganábamos. El marido vino a ver el depa, en ese momento le platicamos los detalles de todo. Decidieron aceptar la oferta y se les otorgó el departamento de manera preferencial, a pesar de que muchas otras personas lo vieron. Ya con el contrato firmado, mi amiga me preguntó que cuánto costaba la cocina, cosa que se me hizo rara porque yo juraba que ya lo habíamos discutido (¿y quién acepta un trato sin preguntar el precio?). Después de preguntar el precio, me pidió una lista desglosada de los componentes de la cocina. Poniendo precios que incluían instalación y transporte, la suma salía a un 30% más de lo que estábamos pidiendo, así que pensamos que el precio era razonable.
Su siguiente mesaje me decía que mejor vendiera la cocina por mi lado, que ellos no la querían. Como se imaginarán, monté en cólera y le hice saber que no me parecía su decisión, porque teníamos un trato y al romperlo, me perjudicaba seriamente (además de perjudicarse ella, claro). Nótese que no mencionó negociar el precio de la cocina. El siguiente mensaje decía de manera implícita que no confiaban en el precio que le pusimos a las cosas. Procedimos a explicar con lujo de detalle el precio original y la antigüedad de cada elemento de la cocina. Aún sin instalación ni transporte, el precio salía al doble de lo que pedíamos. Respondieron que ellos creían que podían montar una cocina más barata si compraban cosas usadas en la red. A estas alturas la cabeza me explotaba de furia, había perdido dos noches de sueño y un mes de tiempo en negociaciones. Una vez más, hicimos una lista hipotética en la que los elementos de la cocina se conseguían en la red a un precio muy barato (es decir, a menos de lo que valen sin prisas y desmontados), le añadimos un precio absurdamente bajo al transporte y la instalación, y la suma daba justo lo que estábamos pidiendo. Les dijimos que nos dijeran qué precio les parecía razonable por la estúpida cocina. Hasta ese momento, ni habían justificado sus dudas, ni habían sugerido ningun precio.
El siguiente mensaje decía que se sentían mal por como habían salido las cosas y que mejor no tomaban el departamento. Como ya habíamos perdido mucho tiempo y sabíamos que nos metian en un problema en cualquier circunstancia, les preguntamos que si tomarían la cocina por el 75% del precio que pedíamos. Respondieron con unos links a un par de electronicos de venta en la red, que bien podían ser mucho más viejos y pinches que los nuestros, y a los que había que ir a recoger e instalar. Le pusieron el precio más bajo del rango de opciones que encontraron a cada uno de los elementos, le adjudicaron cero euros a los elementos que no creían poder vender cuando se mudaran, y sumaron cero euros por transporte e instalación. La suma les dió el 50% de lo que pedíamos. Sugirieron pagarnos la mitad de eso al mudarse, y la otra mitad cuando ellos se mudaran y vendieran la cocina, dependiendo de cuánto les dieran por ella... increible.
Por supuesto, al final no se quedaron con el departamento. nosotros tenemos dos semanas para desmontar y vender la chingada cocina. Lo que más me dolió fue perder una amistad de 10 años en la que, haciendo memoria, yo fui muy generosa. Pasé muchos momentos relevantes e intensos con esta amiga, y probé con creces que soy uan persona que se preocupa por sus amigos, y que está dispuesta a dar mucho de si. No me merecía que mis intenciones fueran puestas en duda una y otra vez, y mucho menos me merecía haber salido perdiendo la oportunidad de quitarme la pinche cocina de encima sin desmontarla. Me da mucho coraje pensar que por la miopía y mezquindad de ese par, ellos mismos salieron también perdiendo mucho. Convirtieron una situación en la que todos ganan en una muy desagradable en la que todos perdimos.
Amiguitos: no hagan negocios con sus amigos, y si lo llegan a hacer, pongan todo por escrito antes de cerrar cualquier trato..