29.12.10

Llegada

Esta ha sido uno de los aterrizajes de mudanza más extraños que me han tocado. Dos días nebulosos en medio del jet-lag, antes de salir pitando hacia un nuevo destino. De entre los vagos recuerdos de esos dos días puedo reportar que Leah parece poder vivir y morar donde la pongan. Inmediatamente se acomodó en su nueva cuna (que es de viaje), y ha aprendido a estar rodeada de montones de gente algo más ruidosa que la de Munich. Durmió de noche mucho más de lo que yo hubiera pensado, y hasta tuvo la amabilidad de despertarse media hora para que la conocieran las visitas.


El reencuentro con la abuela Martha y el encuentro con el abuelo Toño resultaron muy positivos. Inmediatamente les hizo ojitos y se la han pasado del tingo al tango desde entonces. Tengo la impresión de que me la van a malacostumbrar a la buena vida y después la pobre tendrá que volver a aprender a vivir en el régimen de sus padres... ni modo.



Notarán en la última foto que ya estamos tratando de darle comida sólida. Por ahora se trata sólo de que entienda que la papilla tiene que ir del exterior hacia su organismo. Vamos de gramo en gramo, ahi la llevamos.
En su nueva butaquita. Nótese el hilo de baba.

Feliz con el abuelo Toño.

¿Qué?, ¿cómo?

Encanchadísima en los aviones a estas alturas.

1 comentario:

Julia dijo...

Awwww, grown-up baby food! I can't believe she is so big already. Sounds like things are crazy settling in!