La mujer de la foto es mi tatarabuela. Pertenece a la generación más lejana que puedo ubicar en ambos lados de mi familia. Todos mis tatarabuelos de los que sé algo, fueron mexicanos. El hijo de esa señora (mi bisabuelo) se "robó" a una muchacha de una hacienda y se la llevó a vivir a un pueblo. Ahi tuvieron una cómoda existencia de la cual surgieron varios hijos, entre ellos mi abuela. Mi abuela se casó muy jovencita, a los 17 años, y tuvo apenas una educación básica. Ya que sus cinco hijos crecieron y fueron a la escuela, mi abuela comenzó a trabajar como telegrafista. Todavía recibe su pensión el día de hoy. El hijo mayor de esa familia es mi padre, que estudió hasta la preparatoria en su estado natal y después emigró a la ciudad de México para estudiar en la universidad. Yo nací y crecí ahí. Estudié hasta la universidad y después me mudé al extranjero para obtener un título doctoral. Mis abuelos maternos fueron maestros rurales. Mi madre también se mudó al DF para estudiar y ahora ostenta un grado universitario.
A lo que voy con la historia de un par de hilos familiares es que, a mi parecer, son una buena ilustración de progreso, de los cambios sociales y económicos que ha tenido mi país en un siglo. Hay mucho, mucho, mucho que criticarle a México, Mucho que trabajar, mucho que mejorar, pero también hay bastante que celebrar. Me parece miope negarse a celebrar 200 años de existencia como nación por la coyuntura de los últimos cuantos años. Federico Reyes Heroles, cuya columna de ayer recomiendo, lo resume de muy buena manera, "La mediocridad de los festejos oficiales no debería cegarnos". Ni los narcos ni los gobiernos cortos de miras que tenemos se merecen la satisfacción de arruinar nuestro festejo histórico. Yo los invito a que cada quien a su manera festeje y reflexione en esta fecha. El calendario no se para por lo que pase en la semana anterior o posterior a una fecha.
Comenzando las celebraciones: ¡Viva México!