7.10.08

Leonard Cohen

Anoche Niv y yo tuvimos el inmenso placer de pasar una velada con Leonard Cohen. A la reunión asistieron varios miles más, en promedio 30 años mayores que nosotros, y todos juntos caimos rendidos ante los encantos del gran poeta y sus magníficos músicos.

Ya la sola idea de estar frente a semejante leyenda me tenía muy emocionada, pero al ver que abria el concierto con nuestra canción de boda, se me salió una lagrima de emoción y de felicidad por estar ahi con mi marido. Elegimos bien. Imediatamente después se lanzó con su honestidad descarnada brindándonos The Future, Ain't no Cure for Love y Everybody Knows, dejando claro que la noche iba a ser intensa. Ese es el asunto con éste hombre de voz aguardientosa, te abraza mientras lentamente te corta las venas... y no te queda mas que quedarle eternamente agradecido.

La concurrencia estaba formada completamente por devotos. El showman agradecía constantemente con un "thank you very much fellas", pero eventualmente se animó a platicar más. Nos contó que hacía catorce años que no estaba en Munich, desde que tenía sólo 60 años y era un niño lleno de sueños. Es una dulzura de hombre y encima de todo es simpatiquísimo. Nos contó que a su avanzada edad, por fin había descubierto el secreto, la razón por la que todo sucede, por la que nacemos y morimos. Compartió la revelacion con nosotros al final de Tower of Song, la razón de todo está en: duram dam dam daru dam dam. No se con cuál respuesta quedarme, si con ésta o con 42, ambas son geniales.

Sé que va a sonar tonto, pero hasta que lo vi en vivo me quedo claro lo cruciales que son los coros en sus canciones. El apoyo que le dan esas mujeres al sabor de las canciones es fundamental. Aparte de las guapísimas y excelentes coristas, el ensamble de músicos era buenísimo, salvo por un negrito en el arroz. El alientista tenía un sonido muy a la Kenny G, pero afortunadamente sus participaciones fueron limitadas. Cohen es muy generoso, le agradeció la compañía a sus músicos muchas veces durante las dos horas y media de concierto.

Más alla de la canción llamada Anthem, cantamos con él varios otros himnos, desde Hallelujah hasta Democracy. Su cavernosa voz, que te arulla y te parte el corazón al mismo tiempo, alcanzó un punto sublime (en mi humilde opinión) con I'm your Man, ¡que canción!, ¡¡que emoción oirla en vivo!!. En más de una ocasión se me antojó pararme a bailar cadenciosamente, pero Take this Waltz fue donde más trabajo me costó quedarme sentada.

Su condición es asombrosa para un hombre de 74 años. Raya en lo temerario cada vez que entra y sale del escenario, ya que cada una de las veces lo hace pegando unos enormes brincos... increible. También asombrosa fue la generosidad de sus encores, ¡dio trés!. Fue particularmente simpático oir First we Take Manhattan en Alemania, aunque Munich no tiene nada que ver con Berlín. Nos dejó al final con I Tried to Leave You, cosa que resultó cómica dada la cantidad de veces que había vuelto al escenario desde la primera vez que se despidió.

La razón por la que les dejo todas esas ligas a las letras de sus canciones es porque se trata de uno de los mejores letristas en el idioma inglés. Es un placer oir sus canciones, pero también leerlas. Son una enseñanza de vida.

Ay varias razones por las cuales le tengo cariño a Montreal, pero hoy en particular le agradezco habernos dado a éste gran poeta, me hizo disfrutar de uno de los mejores conciertos de mi vida.

1 comentario:

zacarezahua dijo...

Wow! nuevamente te envidio, que chido haber estado en un concierto del Cohen, increible voz, sentimiento y letras!! felicidades!