20.1.08

El incidente

La última mañana que pasamos en Praga resultó más “interesante” de lo previsto. Debido a lo complicado que fue conseguir hoteles para la temporada post-navideña, en Praga compartimos el cuarto de hotel con mis papás, cosa que funcionó muy bien, por cierto. El caso es que en la mañana me despertaron unos ruiditos muy sutiles (y eso que estaba usando tapones para los oidos). Lo que sucedió a continuación pasó en fracciones de segundo. Vi a mi papá haciendo algo junto a nuestro equipaje, luego voltee y vi a mi papá dormido... supuse que era Niv el que estaba levantado haciendo algo y luego voltee al otro lado y vi a Niv dormido... enmedio del sopor me quedó claro que la figura era un intruso y que estaba agarrando nuestras pertenencias... el instinto se activó, salté como tigre hacia donde estaba el intrusó, le arranqué nuestras pertenencias de las manos (cámaras, celulares y sobre todo, la carísima cámara de Niv), y luego procedí a empujarlo hacia la puerta. El tipo solo me veia con ojos azorados mientras decía “sorry” con un fuerte acento eslavo. Ya cerca de la puerta se me ocurrió que tal vez era mejor averiguar qué hacía ahi y hablarle a la recepción, pero a esas alturas él salió corriendo y yo seguía medio dormida, asi que no vi a donde se fué.

Hablé a la recepción, la atendenta no me entendió nada. Bajé corriendo, tarde diez minutos en hacer que entendiera la pregunta de si alguien había salido del hotel en los minutos anteriores, nadie había salido del hotel. Procedí entonces a hacerla entender que el potencial ladrón estaba dentro de sus instalaciones. Dió la voz de alarma al resto del staff. Cuando llegó una colega suya y me preguntó que como era el tipo, contesté que rubio, estatura media y acento eslavo, ambas atendentas voltearon a verse y dijeron al unísono ¡rusky!... cosa que coincidía con la descripción que yo hubiera hecho del tipo, pero claro que no me atreví a decirlo. Total que eventualmente llegó un policía y le dije lo que sabía. Por supuesto no encontró a nadie en su vuelta por el hotel. Dado que nuestras pertenencias estaban intactas, lo dejamos por la paz y nos fuimos a Viena.

Por simples razones estadísticas, he de aclarar que dos veces en mi vida le he arrebatado mis pertenencias a un ladron, las dos fueron en Europa y el ladrón era un local que se veia como local, o sea, no eran peligrosos inmigrantes... eso sí, en ningún caso hubo violencia.

2 comentarios:

Jocelly dijo...

Eva, hace días no leía tu blog. Esta anécdota no me la contaste! Supongo que ya la habías contado muchas veces. Que horror! Pero esta bueno el cuento...

Eva dijo...

Si la conté en la cena del viernes, pero creo que fue al otro lado de la mesa... y sí, la he contado varias veces a estas alturas.