8.6.07

¡No mamés!

Mi itinerario decía Munich-Frankfurt-Buenos Aires. Alguien omitió decirme que había una escala en Sao Paulo. Pensé que no era tan grave, pero resulta que a uno no lo dejan salir del avión y a duras penas se puede parar para estirar las piernas, y eso que ya iban unas once horas de vuelo (más el vuelo de Munich a Frankfurt) y que el aterrizaje fue el más pinche que he tenido en la vida. Aparte, una vez más comprobé que los asientos de lufthansa son mas estrechos que los de otros aviones, razón por al cual mi espalda y rodillas estaban en muy mal estado en Sao Paulo. La pausa era más o menos larga, y cuando el avión ya estaba lleno y listo para despegar, nos avisan que el aeropuerto de Buenos Aires estaba cerrado asi que no podíamos despegar... ni pararnos a estirar las piernas. Eventualmente despegamos, ya francamente malhumorados pero al menos felices de ir en el último jalón. Todo el viaje me fui platicando con mis vecinos, una pareja de argentinos y un italiano avecindado en Argentina desde hace mucho. Muy simpáticos, juntos nos conmiseramos. El aterrizaje fue increible, tan suave que ni siquiera noté cuando aterrizamos, había tanta niebla que crei que todavía estábamos entre las nubes. La gente aplaudió. Nos avisaron que éramos el primer avión en aterrizar en todo el día y que a los demás los habían retachados, fue un milagro que aterrizaramos (especialmente considerando que el aeropuerto de de Ezeiza !no tiene radar!). Como nadie había podido despegar, las puertas estaban llenas y no teníamos donde estacionarnos. Cuando por fin nos dan una puerta, resulta que el carrito arrastra-aviones no aparece por ningún lado... y no nos dejan pararnos a estirar las piernas. Nunca habia estado tan cerca de un estado mental pro-motín. Estaba a punto de sugerir que nos lanzáramos en bola contra las puertas de emergencia y escaparamos por las resbaladillas. Estuvimos parados en medio aeropuerto ¡¡¡una hora y media!!!

En resumen: estuve 26 horas de tránsito y 18 de ellas sentada en el mismo asiento de un avión. Ni que decir de los pies de tamal que traigo, apenas y me entraron los zapatos. Pienso desquitarme mañana estirando las piernas tooodo el día.

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