22.7.09

Viña del mar

Para todos aquellos que argumentan la inutilidad de facebook, aqui les va una bonita historia útil. Desde quinto año de primaria hasta segundo año de secundaria compartí vida y obra con un grupo de personas (fundamentalmente chamacas como yo) que también asistian a la Academia de la Danza Mexicana. La peculiar naturaleza de la escuela nos hizo desarrollar lazos más intensos que los que uno normalmente desarrolla en otros centros educativos. Por esa razón, a pesar de no haber visto a muchas de mis compañeras desde hace veinte años, siguen siendo personas muy cercanas a mi corazón. Facebook entró a la historia cuando me puso en contacto con Talía, una de las compañeras de marras que lleva ya varios años viviendo en Chile. Fue fácil avisarle que iba a ir a Chile a trabajar y entonces organizar un encuentro con ella.

Tanto Talía como Rodrigo (su marido) y Cane (su amorosa mascota) me recibieron en su casa, me pasearon y en general me trataron a cuerpo de reina. Pasé dos días con ellos en Viña del mar. El primero estuvo lloviendo a cántaros, lo destinamos a visitar el museo Francisco Fonck, que entre otras cosas contiene una interesante exposición sobre la isla de Pascua. Mis anfitriones me llevaron a comer una empanadas riquísimas que cumplieron con todo lo que uno esperaría de unas dignas empanadas chilenas. También fuimos a Valparaiso, que ofrece vistas preciosas tanto de la ciudad como del puerto, pero el clima no cooperó, asi que no nos quedamos mucho tiempo. Cerramos el día tomando chelas en un bar con mucha personalidad. Tanto Rodrigo como su amigo Romano (inocentes palomitas) me empezaron a hacer preguntas astronómicas, y los pobres recibieron un mega verbo a cambio... quien les manda.

Mi segundo día en Viña tuvo mejor clima, soleado aunque dos tres frío. Gracias a la falta de lluvia pudimos caminar y caminar y caminar por el centro. Hacia la tarde fuimos a un pueblo cercano (podria llamársele suburbio) via la carretera costera, que es realmente espectacular, tiene unas vistas magníficas. Comimos en uno de estos lugares llamados picá (como fondas) de-li-cio-so. Incurrí en el enésimo mega-atasque de marsicos. De vuelta nos tocó un hermoso atardecer en la costera que fue una gran despedida antes de mi vuelta a Santiago.

Una vez más aprovecho el espacio para agradecerle los buenos tratos a mis anfirtriones y en particular a Talía con las que chismeé taaaan a gusto (imagínense, veinte años acumulados de historias).

Afuera del museo
Valparaiso
Mojado mojado
En las chelas
Centro de Viña
Otro gran atardecer chileno
Con mis anfitriones
Comiendo postre, mmmh
Viña del Mar

1 comentario:

v g m dijo...

Pues no queda duda que Chile y su gente son espectaculares.
Pero desde nuestro modesto Querétaro también la invitamos, le prometemos puestas de sol grandiosas, comida excelente y muchas preguntas astronómicas :)