Una de las razones que me animaban a mudarme a Europa era el saber que hay una enorme concentración de ciudades interesantes al alcance de la mano. Después de más de dos años de estar aca, descubro que solo he hecho unos pocos viajes de placer a los alrededores. Con el ánimo de mejorar la situación, Niv y yo decidimos ir a Berlín el fin de semana, con el objetivo fundamental de visitar un par de museos. Claro, una vez que uno decide hacer el viaje, hay que aprovechar para ver a los amigos y comer rico si se puede.
Tras un corto vuelo a Tegel (que queda totalmente en media ciudad, asombroso) decidimos comer lunch en Dada falafel. Considerando que nunca he puesto pie en el medio oriente, y que mi opinión sobre el falafel solo aplica al mundo occidental, éste es el mejor falafel que he comido en la vida. Recién hecho, perfectamente crujiente por fuera y suave por dentro, rodeado de deliciosas salsas... glorioso. Proseguimos el camino para visitar a nuestra amiga Petra, que más tarde nos acompañó al museo egipcio para ver la exposición especial de Alberto Giacometti. A mi nunca se me ocurrió que hubiera una relación entre las esculturas de Giacometti y Egipto hasta que vi sus piezas al lado de la exposición permanente del museo. Es increible como algo tan claro puede pasar desapercibido. Les dejo un ejemplo aca abajo.
Cenamos en casa de Petra (un curry que le quedó buenísimo) y al día siguiente también desayunamos con ella. Aprovechó para hacerme practicar mi alemán, cosa que es siempre muy útil, pero algo cansado. Ya alimentados, procedimos a desplazarnos al centro para aprovechar algo de la poca luz disponible antes de entrar a los museos. La primera exposición que nos llevó hasta alla fue The Klee Universe en la nueva galería nacional. No es secreto que yo llevo varios años siendo fan de ese pintor, y que tiendo a perseguir sus obras por el mundo. Ni en mis sueños más guajiros me hubiera imaginado que la exposición iba a ser tan grande y tan impresionante. Consiguieron muchísimas piezas de colecciones particulares y de museos remotos. Creo que entre la visita a Berna y esta exposición, ya puedo decir que he visto buena parte de su obra (de lo que se puede ver, al menos). Casi muero de emoción cuando noté que el pez dorado estaba entre las obras seleccionadas. Como buena parte de la obra de Klee, no hay postal o foto que le haga justicia a los colores originales. Quedé molida, pero valió toditita la pena.
La siguiente exposición fue una retrospectiva de Richard Avedon en el Martin-Gropius-Bau. Es bien sabido que Avedon es uno de los monstruos de la fotografía americana, pero lo interesante es que la retrospectiva no exhibe solamente su trabajo más conocido, que todos hemos visto en revistas y libros, sino sus impresiones de trabajo. La otra parte maravillosa es que la mayoría de las impresiones son enormes (un metro de alto o más). De nuevo, no hay manera de disfrutar de la misma manera en un libro o pantalla. La vastedad de la obra de éste hombre, que vivió mucho y murió trabajando, es apabullante, como lo es el calibre de los personajes que pasaron frente de su lente. Niv y yo casi nunca compramos los catalogos de exposiciones, pero en el caso de estas dos, no pudimos resistir, volvimos como tamememes.
Nuestro movidísimo día continuó yendo a cenar con nuestra amiga Cristin. La invitamos porque fue su cumple, pero con la pena, fui yo la que impuse el restaurant. Desde que supe que íbamos a Berlín, se me hizo agua la boca pensando en el restaurant Pasternak. He de confesar que nunca se me hubiera ocurrido que iba a morir de antojo por la comida rusa, pero todavía sueño con el Boeuf Stroganoff que me comí. No pude dejar pasar la oportunidad de disfrutar de postre un Blini relleno de crema de almendras y cubierto con cerezas calientes.
Nuestro último día fue dedicado fundamenrtalmente al shopping, porque aunque no lo crean, algunos tipos de tiendas cambian mucho entre Munich y Berlín. Cerramos la visita asistiendo al preambulo de la fiesta de cumpleaños de Cristin, de la que tuvimos que salir corriendo para pescar nuestro avión, pero comimos muy rico con ella.
Entre más visito Berlín, más alto sube a la lista de mis ciudades favoritas. Realmente amo la vibra de ese lugar. Y claro, es mucho más fácil de disfrutar cuando uno puede leer y hablar un poco en el idioma local.
Fachada de la vieja sinagoga
Nefertiti, siempre es un placer verla
Esa torre es fea, pero ¡como me gusta!
Típico edificio de Mitte
No pude evitar la foto en el cuadrado...
... o con los cubos
No es una panadería abandonada, es una galería de arte, en serio
4 comentarios:
Berlin rocks! y eso de "no he hecho tantos viajes" mmmmm, yo no creo, pero bueno, nunca son suficientes, eso es claro.
"De placer", dije viajes de placer, no viajes en general.
Mmmmm, now I want falafel.
Debiste probar los syrniki, seguramente el requesón que puedes conseguir en Alemania es por lo menos muy parecido al ruso.
http://en.wikipedia.org/wiki/Syrniki
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