Las vacaciones de semana santa aqui son de viernes a lunes. Nadie me supo decir que se celebra el lunes después de la resurrección, pero bueno, a mi me dan vacaciones y yo las aprovecho.
Gracias a la amable invitación de Jerónimo, nos decidimos por visitar a la hermana república (de hecho confederación) helvética. Cómo no van a ser raros los suizos, si en un pedazo bastante reducido de tierra y apenas 7.5 millones de habitantes, ¡tienen cuatro idiomas oficiales!. Eso si, nada tontos decidieron confederarse alrededor de puros paisajes de fantásticos a espectaculares.
Hace trece años que había visitado Zürich por menos de un día, sobra decir que mis recuerdos eran mas bien vagos, tal vez por eso sentí como que estaba viendo todo por primera vez. Tuvimos la fortuna de tener un clima casi perfecto, soleado, calientito, estable y con el único pero de estar algo brumoso y no dejarnos ver los alpes.
El viernes vino desde Basel a visitar mi querida Lisa, mamá de Jerónimo, y juntos nos fuimos a pasear un rato por el bosque antes de preparar la cena. En dicha cena, fui presentada por primera vez al típico platillo suizo llamado raclette (el primo menos conocido del fondue). El platillo es muy interactivo y consiste en colocar un pedazo de queso en una charolita, que se pone en una especie de horno/parrilla para que se derrita. En lo que el queso se derrite, uno toma papas cocidas, las hace cuadritos, las condimenta con varios polvos y al final se les echa el queso derretido encima. La operación se repite hasta que uno está a punto de explotar de tanto queso rico.
El sabado fue dedicado a visitar Berna, que es una ciudad encantadora (por lo menos su centro lo es). Esta llena de tienditas hermosas entre edificios con arcadas en la planta baja. Una de las atracciones mas curiosas es una fosa con un par de osotes que se pasean de un lado a otro bastante aburridos. Al parecer en esa fosa han habido osos desde hace 500 años y las tradiciones son muy importantes en este continente, asi que ahi se quedaran los pobres animales. En estos rumbos, cerca de la pascua, los aparadores se atascan de conejos, sobre todo de chocolate, pero los hay de todos tipos. En Berna vimos la vitrina que se llevo las palmas, ¡tenía conejos vivos!. Yo me pregunto como llega unoa negociar con un granjero suizo, "¿a cuánto me renta diez conejos por una semana?"
El domingo peinamos la parte este de la ciudad. Fuimos al jardín botánico, donde había una explosión de flores fabulosa. Eventualmente fuimos a dar al lago e intentamos tomar un barquito pero nos chamaquearon junto a otros 20 turistas... tomamos un tranvía. Esa noche cenamos con unos amigos de Niv en el un restaurante que supuestamente es el restaurant vegetariano mas viejo de Europa (de principios del siglo XX). Lo que más me llamó la atención fue una cosa que es una amalgama de proteinas extraidas de hongos y que intenta parecerse al pollo. Para mi sorpresa sabe bastante bueno y hasta se parece al pollo, creo que es el primer sustituto vegetariano de carne que me parece realmente comestible.
El lunes, ya para despedirnos, fuimos a hacer un tour de las iglesias del centro, entre las que el highlight es la iglesia con vitrales hechos por Chagall. Siguió sin quedarme muy claro por qué la iglesia católica contrataría a un judío para hacer los vitrales, pero es un hecho que le quedaron muy bien y que atraen a toneladas de personas.
En todos esos días, no me alcancé a acostumbrar al hábito suizo de cruzar las calles donde hay lineas pintadas sin siquiera voltear a ver si vienen coches. Es un hecho que los coches se van a parar, vengan a la velocidad que vengan, pero mis instintos chilangos hacen imposible convencer a mi cerebro de que ese auto que viene a 40 km/h no tiene la intención explícita de matarte y que no solo puedes, sino que debes cruzar... demasiada civilización para mi.
Ahi les van unas fotos.
2 comentarios:
Pobezita de ti, qué mal la pasas!
Me alegro mucho vuestra estadia. Me gusto mucho tu narrativa de los que pasaron aqui!
Publicar un comentario