Considerando que soy física, que he bailado, cantado y actuado en escenarios varias veces, y que he visto varias obras de Phillip Glass en vivo, creo que estaba todo lo calificada que se puede estar para ver Einstein on the Beach... y aún así me pareció algo demandante.
Para ponerse en contexto, primero hay que explicar la estructura de la obra. Se trata de nueve escenas repartidas en cuatro actos, que a su vez están divididos por obras de transición (knee plays, cinco en total). La función empieza practicamente desde que la gente entra a sentarse, no tiene pausas de ningún tipo, y se permite entrar y salir discretamente porque pedirle a mil personas que se sienten durante cuatro horas y pico sería excesivo. Así se concibió desde el principio. Las obras de trancisión suceden en una esquina "externa" del escenario, es decir, con el telón abajo. Durante varias de ellas, Einstein/violinista se sienta en una sillita y ejecuta la música.
Lo pensé mientras estaba ahí y lo sigo pensando, esto no debería llamarse ópera, sino una combinación teatro-ópera-ballet... con música muy sofisticada, eso sí. De las nueve escenas, dos tienen sólo bailarines en el escenario, una tiene cantantes "solistas", y las demás tienen coros o declamaciones. De las declamaciones, sólo dos cuentan una especie de historia coherente, las demás son frases cuasi-aleatorias repetidas una y otra vez. Las escenas duran entre 20 y 25 minutos, sin una razón clara, porque no se cuenta una historia, ni se sigue ningún orden claro, ni se conectan uans con otras de manera evidente. Para mi gusto, el mismo contenido empacado en 3 horas hubiera quedado igual de bien y algo más cómodo.
Las escenas están llenas de imágenes que remiten al trabajo de Einstein, y esa es toda la conexión que se puede apreciar con el eminente físico. Las declamaciones nunca tienen nada que ver con el asunto (al menos no que yo detectara). Hay haces de luz, un giróscopo, una par de gemelos moviendose en cajas con relojes, trenes, luces que parecen coordenadas, y una manta que ilustra la bomba atómica. La labor de cantantes, bailarines y músicos es simplemente asombrosa. Si la obra es demandante para el público, requiere verdaderos heroes en el escenario. Hay gente que tiene que estar en una posición congelada durante cinco o diez minutos, y otros que tienen que tener los brazos levantados ¡toda una escena! Dado el estilo musical de Glass, todos tienen que repetir secuencias ad infinitum con ligerísimos cambios que yo sigo sin entender como demonios pueden marcar. ¿Cómo saben si van en el séptimo o en el noveno arpegio?.
Entre mis partes favoritas estuvieron las escenas bailadas. Se trataba de unos siete bailarines (hombres y mujeres) que entraban y salian del escenario en grupos de dos o tres, girando el 90% del tiempo y dejando muy claro que ilustraban el tema de partículas y campos. A pesar de que la coreografía era superficialmente sencilla, en el fondo es dificilísima porque dos personas que entran al escenario girando, acaban perfectamente sincronizadas con las que ya estaban en el escenario en algún momento, y luego cambian la formación para que otros entren o salgan. Muy difícil de explicar, y de interpretar, pero fantástico a la hora de mostrar la continuidad de un campo.
Los miembros del coro también tienen una tarea titánica, están en la mayoría de las escenas y en algunas de las trancisiones, y por si cantar no fuera suficientemente complicado, tienen que o estar inmóviles por largos ratos, o hacer movimientos repetitivos trepados en varios espacios peculiares. Noté que había varios de edad "avanzada", lo cual me impresionó todavía más.
Cuando acabó el primer acto (que es el más pesado, por cierto) mucha gente se levantó, y no todos regresaron. Calculamos que las pérdidas de público anduvieron por ahi del 15%. Yo salí cinco minutos en una trancisión para ir al baño, tomar agua, y morder un chocolate velozmente. Niv aguantó como los buenos. Mi papá salió un par de veces brevemente. Solamente diez ciudades en el mundo van a poder ver éste montaje de la obra, que sólo se ha montado cuatro veces desde su estreno en 1976. No queda mas que sentirse privilegiado por haber podido estar entre los afortunados presentes. El mismísimo señor Glass salió a dar las gracias al final, lo cual fue buena cereza en el pastel. El público aplaudió a rabiar. Una vez dicho lo cual, volvería a ver Satyagraha en la primera oportunidad, pero no se si volvería a ver esta obra. Es interesante, pero ruda.
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Juicio (nunca entendí a qué) |
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La única escena con color |
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La escena más abstracta, pero al mismo tiempo efectiva |
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Cerca del final |