11.9.07

Capri

Capri es una isla de siete por cuatro kilometros, localizada enfrente de Nápoles. Es uno de esos lugares a los que yo jamas iria con mi propio dinero, pero que si el trabajo me obliga (y me paga), hasta voy de buenas. La verdad es que el paisaje es hermosisímo, a donde mire uno, hay un mar increiblemente azul enmarcandolo todo. En el pueblo de Capri no hay autos, todo son callejoncitos permanentemente llenos de gente.

Las atracciones turísticas que visité fueron pocas, no hay tanta tela de donde cortar. El Charly y yo visitamos el “arco naturale”, un arco onda el de los cabos, pero pegadito a la isla, lo cual hace muy difícil tomarle fotos. También con Charly visité la “Villa Jovis”, que era la villa imperial de Tiberio. Francamente queda muy poco en las ruinas y lo más desconcertante es que hasta arriba del sitio arqueológico hay una capilla con una estatua horrorosa de una virgen, amablemente regalada por Juan Pablo segundo. La atracción principal de la isla es la “grotta azzurra”, una cueva junto al agua cuyas paredes no tocan el fondo y dejan pasar la luz del sol, dando pie a una iluminación impresionantemente azul en el agua. Lo más raro es que la entrada es de un metro de alto y solo se puede acceder sobre unas lanchitas diminutas y permanecer ahi tres minutos, eso aparte de esperar afuera una media hora para aceder a las mendigas lanchitas rodeado por humo apestoso de botes de motor. Si esta mona pero no me queda claro que valga la pena la lana y la penosa espera.

La isla es uno de esos lugares que parecen haber perdido contacto con el resto del mundo, donde la idea de cobrarte 50 euros por un kilometro de taxi parece razonable (no se preocupen, no lo tomé). La otra muestra del desacoplo es que en un bar cobran 40 euros de cover... ¡ni que tocara Sting en el antro!. El pueblo de Capri en sí es diminuto, por eso impresiona tanto ver tres tiendas de Prada en el centro, junto con muchas otras marcas del estilo. Debe de ser rara la ocasión de tener una bola de nerds que no van a gastar dinero regados por todo el pueblo. Fuera de nosotros, los vistantes son más del tipo "ñora ultrabronceada que arriesga romperse un tobillo por usar tacones de aguja dorados", o "ñor ultrabronceado engominado con ropa de golf que mas bien parece padrote". Eso o los locales italianos que se ven iguales que los italianos en todos lados. Debe ser todo más lindo en temporada baja.

La comida cuesta un ojo de la cara, sea o no sea buena. Afortunadamente encontramos un restaurant hermoso que era igual de caro que los demas, pero tenía una vista insuperable y la mejor comida de la isla. Ahi me comí los dos mejores platillos del viaje: “frittura mista” y “coniglio a la cacciattora”. Fuera de la "torta capresse", que es un pastel de chocolate y almendras, casi todos los postres me decepcionaron, demasiado empalagosos o con sabor a limón artificial.

Les dejo unas fotitos

La vista desde la ventana del cuarto


El Charly y yo


Un atardecer de ensueño


¡Arcoiris al por mayor!


El fotógrafo y su mujer


Arco naturale


Grotta azzurra

3 comentarios:

Jocelly dijo...

Eva, están increíbles las fotos! Especialmente la del arcoiris. Sigan disfrutando, les mando un abrazo a los dos!

Uda dijo...

Siempre he dicho que la pastelería italiana no es lo máximo... Al menos el paisaje compensó lo empalagoso.

cristinalunatica dijo...

hola tengo un tiempito visitando tu blog.. hoy es una tarde media compleja para mi y al ver tus fotos me entro una hermosa sensacion de apreciar los regalos de la naturaleza.. bueno a parte de que eres buena fotografa me encantaron un abrazo saludos