El sábado tuvimos invitados a cenar, y como eran solamente tres personas, tuve la brillante idea de hacer enchildas con salsa de chile guajillo. En Austin varias veces preparé esa salsa y fue de los chiles sobrantes que me traje de donde salió la idea. Por si no lo sabían, se los digo yo aqui: existe un tamaño mínimo de cocina para poder preparar esta salsa de una manera segura, si la cocina es más chica, es una receta para el desastre.
No se si sepan cómo se prepara dicha salsa, hay que remojar los chiles secos en agua caliente para que se suavicen, luego se licúan con poca agua y se cuela el revoltijo para obtener la salsa espesa. Lo que queda del colado, se vuelve a licuar con agua para obtener mas salsa. Pues en la primera licuada, el revoltijo resultó estar demasiado caliente, de manera que la tapa de la licuadora salió volando y detras de ella salio salsa roja roja roja en todas direcciones... mi cocina es fundamentalmente blanca y mucha superficie queda a menos de medio metro de cualquier punto en la cocina. Para colmo tenia yo algo de prisa porque ya no faltaba tanto para que llegaran los invitados, así que Niv me tuvo que ayudar a limpiar mientras yo intentaba proseguir con la hechura de la mentada salsa.
Al final todo salió bien y el desastre apenas y se nota (nuestra bolsa del mandado todavía tiene varicela). Lo único malo fue que la salsa no picaba nada, ni poquito, pero el sabor del guajillo igual se aprecia. Hoy me terminé lo que quedaba de la salsa sabiendo que, a menos que nuestra cocina crezca, no voy a volver a hacerla en mucho tiempo.
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