Siguiendo el ejemplo de unos queridos amigos (a los que les copiamos
la idea de casarnos en la playa), decidimos celebrar nuestro quinto
aniversario de bodas con un viaje a la playa. escogimos la semana de
Thanksgiving para que pudieran venir de EEUU. Al final los que se
animaron a acompañarnos fueron Clau, Jared, y Martin.
Rentamos
una casota en San José del Cabo y una camionetota para ir a Cabo San
Lucas. Están tan cerca, que fuimos todos los días por una u otra razón.
Yo nunca había visitado esa parte del país y debo decir que me gustó
mucho. Por supuesto que el lugar es muuuuy fresa y hay casi más gringos
que paisanos, pero a pesar de eso no da la sensación de invasión total
que se siente en la Riviera Maya. Las playas me gustaron de manera
particular, son tranquilas, muy bonitas y muy amables para realizar
varias actividades felizmente. Se pueden hacer toda clase de deportes
acuáticos sobre y bajo la superficie del agua, y si hubiéramos ido unas
semanas después, hasta ballenas nos hubieran tocado.
La
comida merece mención aparte. Nos recomendaron un restaurante de
mariscos, que a pesar de la estética y soundtrack chunta chunta, resultó
fantástico. Consumí cantidades inmorales de aguachile, pero también
jaiba, marlin, sierra y todo lo que tuve a mi alcance. Esa conjunción
mar/norte de México parece ser extremadamente afortunada para el
paladar.
Nos recomendaron una playa llamada "El
chileno" que resultó muy agradable. No tiene nada de infraestructura más
que un par de baños y unas palapitas minúsculas. No venden nada, ni
rentan sombrillas. Uno tiene que llevar todo su equipo. No se permiten
motores ni hacer snorkel, así que uno va realmente a nadar a gusto y
estar tranquilo. El retso del tiempo playero lo tuvimos en Cabo San
Lucas, donde hay que huir de los changarros para gringos menores a 21
años, en el que hay un gritón ofreciendo tragos a todas horas. Por
supuesto tomamos viaje en lanchita al famosísimo arco, y luego nos
quedamos en una playita de ahi cerca donde se puede snorkelear a tres
metros de la orilla. Leah se metió al agua en todos lados y por supuesto
se embarró de arena todo lo que pudo. Ya le perdonó la vida al mar.
Logramos
celebrar Thanksgiving con pavo (asado), algo de cranberries (mezcladas
con otras frutas) y hasta un pay de calabaza. Nada mal considerando las
circunstancias.
Desde entonces, Leah ha dicho un
par de veces "No quiero ir a la escuela, quiero ir a la playa", creo que
ya entendió el chiste de las vacaciones.
Muchas gracias a nuestro amigos por ayudarnos a celebrar. Esperemos que haya más de estos.
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Los tres integrantes de la familia |
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Famoso arco y mecate de la lancha |
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Los Cabos y yo |