27.10.12

Corona Capital 2012

Día uno

Gracias a la extensa caminata que hay que hacer desde el metro hasta la entrada del festival, llegué cuando el set de hello Seahorse ya había empezado. Lo bueno es que encontré facilmente a Carla y a la Rana. Los representantes nacionales cumplieron muy decorosamente, como es su costumbre.

Emprendimos el camino al lejano escenario capital (ya entendí eso de que el festival sea apodado "corona caminar") para ver a Leon Larregui, que tocó su nuevo disco enterito y en orden. La sorpresa de la tarde fue que su productor (Adanowski) era su gutarrista. El hígadito canta muy bien, como siempre, pero es un hecho que eso de estar enamorado le pone cierta uniformidad y demasiada melcocha a las canciones. Ahi mismo nos encontró la banda embasa para aventarnos el set de Cat Power, que salió con un look francamente peculiar, de punketa rubia enfundada en un poncho. Su banda acompañante es de casi puras mujeres, lo cual es refrescante. Cumple muy bien y el público la adora.

Oootra vez de vuelta a los escenarios corona y corona light (que están uno frente al otro). Agarramos casi enterito el set de The Kills, que hasta que los vi en vivo no entendí cuan peculiares son. Es raro tener bandas con dos front people(?), un hombre (Mr Kate Moss, por cierto) y una mujer, y cuyo apoyo principal consiste en cuatro sonoros tambores. Tienen un punch impresionante y ella en particular es una chinampina, es increible cuanta energía despliega en el escenario. Me hicieron fan.

El deleite de éste día llegó cuando Suede abrió su set. A pesar de los años transcurridos están en muy buena forma, y para mi sorpresa, resultan ser bastante pilas en el escenario. El señor Bret Anderson se confirma como el papá de la escuela Jarvis Cocker (con un look algo más afortunado). No deja de coquetear y menear el trasero casi nunca. Por un momento dudé si perderme a Franz Ferdinand, y al final quedó claro que valió toditita la pena quedarme con Suede.

Cerraron The Hives. Yo opté por verlos un ratito y retirarme para guardar pila para el día siguiente. Su música la conozco poco, pero tengo que decir que si diseño del escenario fue francamente genial.

Día dos

Comenzó mi día en el escenario lejano para ver a The Alabama Shakes, que quedaron perfectos en esas horas de sol pegador de la tarde. Muy cumplidores. Le siguieron The Maccabees, a los que y ya había visto en Munich abriéndole a alguien. Me parecieron menos oscuros que aquella vez, mas melodiosos, pero eso sí, han ganado mucho en rpesencia escénica. También me tocó ver a Florence (la de la máquina) cuando salió a cantar con ellos.

El siguiente acto al que realmente le puse atención fue a My Morning Jacket. No se por qué nunca me los imaginé con ese look dork peludo que traen. Suenan bastante bien en el escenario y descubrí que conozco más canciones de las que creía.

El acto más esperado d ela noche (para mí) ocurrió cuando New Order tomó el escenario. En definitiva se les ven los años que les han pasado por encima, no hacen demasiadas cabriolas en el escenario, pero su diseño de proyecciones en la pantalla central es MUY impresionante. Hubieron momentos en los que, toda proporción guardada, me hicieron pensar en Phillip Glass y Godfrey Reggio con sus qqatsis. Hay varias bandas que me hacen pensar en mi juventud remota, pero esta en particular me hizo pensar en tardeadas o fiestas de la secundaria y la prepa. A mi me pareció de gusto discutible eso de ver centenares de camisetas de Joy Division pululando por ahi, pero ciertamente están reconciliados con el hecho de que la gente quiere ver homenajes, y no decepcionan. Tocaron tres canciones e incluso cerraron con Love Will Tear us Apart. El público enloqueció. Quedamos todos muy felices. Esta sola presentación valió el festival.

La noche acabó con The Black Keys. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que conozco casi todas sus canciones y que aparte me gustan mucho. Ese disco suyo de El Camino está atascado de hits buenos. Ya me lo compré.

Miscelanea

Sé que estoy descubriendo el hilo negro, pero éste es el festival hipster de la ciudad. Me alegra comprobar que festivales de tal calibre ya se estén asentando tan bien por estos lares. En las entrevistas que escuché de varios grupos, todos sonaban muy emocionados de tocar acá. El público en general ah ido aprendiendo de estos eventos y siento que ahora es mucho más civilizado que antes. Si no les gusta algo, se van, ya no hacen panchos. La novedad de vender chela en barriles portátiles pagando 10 pesos extra por el vaso reutilizable me parece genial. Hay chela fria y con gas en cualquier momento... salvo al final, cuando se acabaron los barriles. Solo falta inventar algo con lo cual cargar el vaso de manera cómoda durante el día. Yo acabé perdiendo el mío. La información para acceder al transporte público (salvo el metro) es peeeesima, nadie me supo decir cómo llegar al metrobús. Sigo sin entender por qué demonios no extienden el horario y frecuencia del metro y metrobus para eventos como estos. Yo feliz me iría en transporte público si hubiera como salir de ahi sin pasar un calvario.


Las mosqueteras, casi veinte años después
Cat power, funky look
The Kills, a power pair
Bret Anderson (Suede), soy fan
The Hives, el mejor escenario
La banda embasa (algo fuera de lugar)
Florence and the Ma...ccabees
New Order, lo mejor del festival
Homenaje 

17.10.12

Washington (segunda parte)

Uf, que difícil es postear estos días. Aquí va el final del chsime del viaje.

Tuvimos la fortuna de poder juntar a cuatro ex-compañeras del posgrado y a nuestros varios moconetes para que jugaran. Los niños se la pasaron felices correteando por la casa de Clau, en particular subiéndose al kayak de Jared. El punto cúlmine de felicidad de Leah fue aquel en elq ue le enseñaron a cantar y jugar la ronda que dice "ring around the rosie, pocket full of posies..." Hatsa la fecha la canta y se tira al piso feliz de la vida.

Usamos un día para escaparnos a un outlet mall a hacer el shopping reglamentario. Leah se portó mejor de lo esperado, feliz de andar consumiendo por ahi. Estaba tan entusiasmada con la actividad, que cuando preguntó qué eran esas cosas en la pared, y mi mamá le contestó "son para las chichis", ella procedió a quitarse la chamarra y decir "¡quiero!"... la que nos espera.

Nuestro último día en el mall fue utilizado para visitar el Air and Space Museum. Es uno de mis lugares favoritos en la tierra. Como si la visita no fuera suficiente, descubrí que estaban pasando la película Hubble 3D en IMAX. Mis padres amablemente accedieron a pasear a Leah mientras yo la veia. Juro que no soy de lágrima fácil en el cine, y menos con documentales científicos, pero esta sí me sacó las de cocodrilo. En particular me emocionó ver una imagen con datos que yo he usado en publicaciones. Me queda claro que nunca más voy a tener el lazo emocional que tengo con ese telescopio. Espero que todavía aguante unos añitos más. Me aferré a ir a cenar etiope y afortunadamente caimos en un lugar delicioso con gran variedad de platillos.

Finalmente, de camino al aeropuerto, paramos en la otra sede del museo, que contiene muuuuchos aviones y algunos otros triques espaciales, en particular un transbordador espacial retirado. Me dio gusto ver que junto al transbordador pusieron el brazo canadiense ahi al ladito. Piezas verdaderamente heróicas. Aprovechamos la parada para que mis padres vieran la misma película IMAX, que vale toditita la pena.

En resumen, fue un gran viaje, con el tiempo muy bien aprovechado y todos los viajantes felices. Una vez más agradezco a nuestros fabulosos anfitriones, que nos trataron a cuerpo de reyes. 


Un kayak, cuatro niños
Las muchachitas comparando notas sobre lentes
Leah pone las manos en z~1 y z~3
(La copia de) Hubble y yo
Me llevó cuatro visitas a la ciudad llegar hasta ese jardín
Muuuuchos aviones
Discovery
De lado
Discovery y yo

4.10.12

Virginia

Decidimos que nuestra salida de fin de semana iba a ser hacia el sur, en un tour sobre todo histórico. En el cmaino paramos a comer hamburguesas en Five Guys, que si algún día tienen oportunidad de probar, no se la pierdan. No solo están buenísimas, sino que además ponen muy buena música en sus changarros.

Llegamos ya bien entrada la tarde a Monticello, la plantación propiedad de Jefferson, en la que vivió muchos años. La luz era inmejorable, así que fue el trasfondo perfecto para el paseo que hicimos en los jardines y alrededores de la casa. La loca de mi hija decidió que podía tomar fotos con una hoja de árbol, así que se la pasó cubriéndose media cara de verde y "tomando fotos". Corrió felizmente por todos lados y repasó los colores de todas las flores que le pasaron por enfrente. A la hora del tour de la casa sólo agunató los primeros diez minutos y me tuve que salir con ella, pero al menos me dio gusto que ya aprendió a hablar en voz baja cuando se lo pido y que me pidió de buena manera que nos saliéramos. Pian pianito.

En el último tramo de carretera del día, decidimos parar en Richmond para cenar. Encontramos un lugar de fast-food sureño, de pescados y mariscos, que sin tener una gota de elegancia, nos dió una cena muy apetitosa. Me comí el mejor crab cake que me ha tocado probar. Llegamos rendidos a Williamsburg, y nos retiramos todos prontamente a nuestros respectivos cuartos de hotel.

Durante el desayuno, Leah encontró un mini green de golf miniatura y estuvo duro y dale tratando de empujar la pelotita con los palos. En una de esas, totalmente sin querer, metió un hoyo en uno espectacular. Le hicimos mucha fiesta y ella no entendió nada.

Procedimos hacia Colonial Williamsburg, del cual yo sabía poco y cuya extensión me sorpendió. Ahi encontramos a los papás de Clau. Me esperaba cuatro cuadras llenas de gente disfrazada hablando de historia, pero resultó tratarse de muchas hectareas de casas remodeladas o reconstruidas, con un gran número de talleres y tiendas que hacen toda clase de cosas a la usanza colonial: zapatos, velas, libros, telas, ropa, etc... hay también tabernas, mercados, una iglesia, y la mansión del gobernador, ya que fue capital de la colonia y del estado durante un tiempo. A lo largo del día se pueden ver varias representaciones de escenas coloniales, desde asuntos "domésticos" (conversaciones casuales en la calle), hasta desfiles y juicios. Al final del día, se lee la declaración de independencia, con disparos de cañones incluidos, que horrorizaron a la niña.

Leah se la pasó encantada viendo caballos y carruajes, corriendo por los prados, y pidiendo que le comprara sombreros campiranos. Uno cree que los niños de dos años pescan poco del lenguaje del entorno, pero ella probó que no es el caso. A medio juicio público de un traidor a la causa independentista, en el que preguntó varias veces que qué hacían los señores, de repente le dio por gritar "¡Viva México!" Es cierto que al celebración de nuetsra independencia había pasado sólo la semana pasada, pero aún así, no entiendo de donde le salió la idea de gritar esa frase en ese entorno preciso. Por supuesto me doblé de la risa y creo que nadie la oyó además de mi.

A raiz de los cañones, tuvimos que salir corriendo al estacionamiento para despedirnos de Celina y Mike y tomar el camino de vuelta. Decidimos para a comer en un Cracker Barrel, al que yo nunca había ido. Me parece una de las mejores versiones de atasque americano en versión cadena. En todo caso, quedó muy bien con el tema sureño del viaje. Creo que tengo que regresar a desayunar ahi algún día.

Cuando inventó su cámara
Dos fotógrafos
Los paseantes y la casa
Disfrutando el magnífico paisaje
Las madres en la iglesia de Williamsburg
Encantada con los carruajes
La imagen de amor paterno (él aborrece a los caballos)
Los paseantes por la calle principal
Recibiendo regalos de Celina, con mucho interés
Le sienta bien el look de porch sureño