26.6.07

Iguazú: Argentina

El lado argentino de las cataratas es más complejo que el brasileño. Tiene tres recorridos que están conectados por un trenecito muy simpático. Ofrece paseos por la selva, paradas alimenticias varias y un servicio de paseo en lancha que cuesta la mitad que en el lado brasileño. Se necesita el doble del tiempo para hacer el paseo de éste lado.

Empecé por el paseo en lancha, que como preambulo incluye un mini-tour por la selva con explicaciones varias. Si no fuera por las cataratas, lo mas probable es que no quedaría ni un metro cuadrado de selva. Todo lo que no es area protegida, dejo de ser selva para convertirse en tierra de cultivo. Es la única zona en Argentina que tiene selva, asi que se ve que le tienen aprecio y tratan de cuidarla lo más posible. Una vez que llegué a la lancha me di cuenta de que no vendían impermeables ahi mismo, asi que me resigné a mojarme. Afortunadamente le dan a uno una bolsa en la que se pueden meter las pertenencias que se desean mamtener secas. El paseo es corto, pero muy intenso. Primero se ven buena onda y se paran para que la gente se tome fotos enfrente de las cascadas y todo tranquis, pero después de eso arrancan con enjundia directito hacia la caida del agua y sin misericordia alguna lo colocan a uno a medio metro de la cascada. Hagan de cuenta que ocho bomberos le apuntan a uno con las mangueras desde direcciones distintas, uno no sabe ni de donde vienen los torrentes que te empapan hasta el tuétano. Es tan rudo el chorro que apenas y se pueden abrir los ojos para ver la cascada. Obviamente el griterio no para. Lo que más gusto me dio, fue ver al final a los que si tenían impermeables, estaban igual de ensopados que yo.

La lancha lo avienta a uno en la parte más baja del camino bajo. Conforme se sube se van encontrando ángulos muy interesantes de una de las caidas, y luego de otra, y luego de otra, y luego de otra. Al final decidí parar a comer el almuerzo y me aplicaron la del vino en versión cerveza, ahi tienen que las botellas de quilmes ¡son de medio litro! Otra vez salí muy contenta del restaurant. Ya alimentada y un poco más sequecita, me aventé el camino alto. El camino tiene al peculiaridad de que cada vez que uno llega a un claro piensa "es la mejor vista que me he topado en la vida" y el siguiente claro nos desmiente, porque la vista es más impresionante que la anterior. Aquello fue una orgía de fotos.

Procedí hacia la estación de tren para ir a la última parte del parque, y en lo que esperaba, un clan de monos capuchinos estaba haciendo su excursión de la tarde. Muy campantes, unos veinte de ellos, nos deleitaron cruzando las vias del tren y luego meciendose por los árboles... mas orgía de fotos. El tren me llevó hasta la parada más remota, llamada "la garganta del diablo". Desde la estación hasta la mencionada garganta, uno va por una pasarela que va brincando de islita en islita sobre una parte tranquilísima del rio Iguazú. Es casi imposible imaginarse que hay un abismo tan cerca. Ya que uno se acerca al abismo, se puede sentir una vibra especial, tal vez es por la cara de la gente que viene de regreso. Es definitivamente el punto más impresionante del paseo. Se trata de la parte de las cataratas con mas flujo de agua. Es como un estrecho cañon hacia el que cae una cantidad estúpida de líquido. La caida es tan ruda que es imposble ver el fondo del agujero, lo único que se ve son "nubes" de agua atomizada. El efecto del lugar es casi hipnótico. No pude evitar pensar que si algún día se me cruzaba la idea del suicidio, no habría un lugar mejor que este, como el sacerdote de "La misión". Uno no se cansa de ver todos las ángulos y perspectivas posibles una y otra vez, con la quijada en el piso por no creer que exista un lugar asi en la tierra. El gran cañón es muy impresionante, ¡pero esto de aqui se mueve!, ¡habla!, casi nos da la mano. Que gran lugar, es la manera perfecta de cerrar el paseo y salir en trance.

Ya para despedirme, las mariposas que se me habían escapado tooodo el día entraron en su propio trance de la tarde y estaban todas quietecitas dejandose tomar fotos a veinte centímetros, increible.

Mi recomendación es que vayan a Niagara antes de venir aca, después de esto la caida canadiense trae mucho menos chiste.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow, que envidia. Espero poder ir algún día. Ya veo que la cascada de San Andrés Tuxtla no es nada comparada con Iguazú ;)