10.10.06

Museos y prejuicios

Una de las grandes ventajas de vivir en una ciudad europea de tamaño decente es que tienden a tener muchos museos. Aquí hay varios que a mi me gustan mucho y todavía quedan más por visitar. En particular sobresalen als tres pinacotecas: la vieja (siglo XIV al XVIII), la nueva (siglo XIX) y la moderna (siglo XX) , que entre otras gracias, cobran un euro la entrada los domingos. Yo ya había visitado las tres en ocasiones anteriores, pero Niv no había ido a la moderna, así que esa fue la elegida para el domingo pasado. El edificio es muy disfrutable y la colección también. Para mi sorpresa, descubrí que varían toda la colección. Vi cuadros que no recordaba antes y extrañé algunos que vi con el Verde cuando vino, en particular uno de Max Ernst. Éste es el techo de dicho museo.



A medio museo, Niv llamó mi atención sobre una mujer que estaba con mas gente y que tenía la peculiaridad de tener las piernas del ancho de mi antebrazo (no exagero en lo más mínimo). Es de ese tipo de delgadez que solo se puede deber a una enfermedad seria o a un nivel de anorexia que según yo, no te dejaría andar como si nada por un museo. Entre lo más raro estaba que vestía unos jeans entallados. ¿Quién demonios fabrica pantalones de ese ancho?. La otra parte que me deconcertó es que la mujer, más allá de su increible delgadez, iba vestida completamente fashion. Traía tacones de aguja, un abrigo bonito y cabello de salón. Lo que es más, su cara no era como de calaca, aunque obviamente sí era delgada, y de hecho estaba bronceada y el cabello se le veia brillosito, diría yo que se veía saludable del cuello para arriba. Mucha gente en el museo tenía el mismo problema de tratar de ser discretos pero no poder quitarle los ojos de encima.

Mi pregunta es la siguiente: ¿por qué es tan perturbador ver a un enfermo bien vestido?. Si la pobre mujer tiene algún problema de salud, tiene todo el derecho a vestirse como se le de la gana, pero se siente rarísimo que esté bronceada y se vista bien. Si se viera demacrada o anduviera en pants, entonces todo mundo pensaria "pobre mujer, que al menos se entretenga un poco", pero si se vé bien entonces como que no te puedes compadecer y te saca de onda. ¿Nos tenemos que compadecer con los enfermos a huevo?.¿Ustedes qué opinan?.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola,

pues ami también me tocó ver a una mujer así en un tranvía de Milán, y por "una mujer así me refiero a piernitas como mis antebrazos (que son particularmente flacos) y también super elegante: medias color tabaco, zapatos de tacón, traje sastre de lana verde olivo y por supuesto, siendo italiana también tenía que estar bronceada artificialmente (obsesión nacional). ¡Tal vez sea la misma!
Creo que compadecernos depende en gran parte de los enfermos, si ellos quieres verse patéticos, es inevitable, si no... lo que si creo es que no debemos perder esa capacidad de empatía.

Verde dijo...

En la cultura moderna de la estética del junkie (que al parecer ya está pasando un poco de moda), las mujeres con una anorexia severa aguantan bastante y pues en esa versión del bronceado y el ajuar pues no es fácil hacer la distinción entre enferma y enferma de la cabeza.

En general es difícil compadecerse por alguien que directamente atentó contra su salud (los cirróticos, los fumadores con cancer de pulmón, etc.), pero cuando el golpe es por puritito azar, la cosa es diferente.

Lo mas loco de todo es que si la mujer fuera en verdad anoréxica y estaba jalando toda esa atención, es un refuerzo positivo super perverso, en una de esas pensaba ella: "Por supuesto que voltean a verme, si ya estoy al fin que me caigo de buena", o por el contrario "Chale todavía me están viendo, seguro es porque sigo siendo una vaca super gorda"

En fin, el mundo loco y todos los demás que andamos por acá.