Mi segunda visita a Chile fue sorpresivamente placentera. Yo iba preparada para enfrentar las vicisitudes propias de viajar a otro hemisferio con una niña de ocho meses, y resulta que la muchachita se portó de lujo.
La razón para el viaje fue que yo tenía que participar en un congreso. Leah cada vez come más de manera independiente de mi, pero todavía toma mi leche en las mañanas y noches. Eso junto con el hecho de que trae una mamitis algo trepada me hizo pensar que dejarla una semana era demasiado. Hubiera sobrevivido, pero sus nervios y los de los demás (ni que decir de los míos) hubieran quedado dañados. Gracias a los buenos oficios del hotel, conseguí que la aceptaran como huesped temporal en una guardería del vecindario. Por supuesto iba muerta de nervios de que se pusiera histérica por quedarse todo el día rodeada de desconocidos, pero resulta que si los desconocidos son niños en su mayoría, ella está feliz. El último día recibió toda clase de arrumacos de las "tías" que se deshicieron en elogios para ella. Un éxito total.
Eso sí, no puedo dejar de decir que viajar sola con un bebé es AGOTADOR. No quiero ni pensar como le va a la gente que hace lo mismo y su niño no se porta tan bien.
Salimos a cenar con varios colegas y amigos, cosa que también aguantó sorprendentemente bien (la diferencia de horario ayudó). Hasta alcanzamos a pasear por el encantador barrio de Bellavista una tarde. Durante las dos reuniones sociales del congreso también fue un hit entre los colegas, es un hecho que es una maestra de las relaciones públicas esa niña.
Yo alacancé a asistir a casi todas las pláticas del congreso, y hasta me las ingenié para dar una plática arriesgada que al final salió bien. Logré reconectarme con muchos colegas que no había visto en un rato y por supuesto también conocí a gente nueva que está trabajando en cosas muy interesantes. Nuestro grupo de trabajo fue en banda, dimos 5 de las 6 pláticas de nuestra sesión. Creo que la gente entendió que somos una fuerza a tomar en cuenta.
Y bueno... la comida. Consumí cantidades industriales de pescado y mariscos. Las dos menciones especiales van para el
restaurant peruano al que nos levaron Patricia y Jorge, y para mi adorado
Azul Profundo en Bellavista. Que deliciosa comida. Aparte de eso, una vez más los chilenos me dejaron una excelente impresión. Insisto en que en el resto de Lationamérica podemos aprender mucho de ellos.
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Bien portada en el avión |
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Viendo al conejito en los jardines del ESO |
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Disfrutando de Nadine y su bella panza |
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Después de cenar con Patricia y Jorge |
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Almuerzo de chicas en restaurant soñado |
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Con Talía en Bellavista |
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En la "sala cuna" con las otras "guaguas" |
2 comentarios:
Evita, Leah. Pasé por aquí y bueno me alegra mucho leer que sobrevivieron y hasta disfrutaron el viaje labu-familiar.
En Bogotá hacemos lo propio con Celeste Oliva, que ya dice que se va a trabajar a la oficina "de telete", discute con vehemencia con los caballos, asusta a los ganzos, e imita a los sapos y bueno, interacción total con cuanto bicho encuentra en el campus de la UN (abundan pues est[a inundada!).
Ojalá las chiquis, lindas especies nativas del E. Garden, puedan luego conocerse y las mam;as y papás reencontrarse y platicar, platicar y platicar. Apapachos a los 3.
¡Hola Pilar!, que gusto saber que la Celes anda dando lata en la universidad. Leah también tuvo una época universitaria.
Éste verano planeamos llevar a la nativa a ver el Englischer Garten, a ver qué opina. Espero que los podamos ver pronto aquí, allá, o acullá. Muchos besos.
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