De nuevo, por la dificultad de encontrar hoteles cerca de año nuevo, tuvimos que quedarnos en las afueras de Viena, en un lugar encantador pero profundamente campirano. Afortunadamente el tener auto con sistema de navegación nos permitó llegar de ahi al centro de Viena en no más de media hora.
Pasamos nuestra primera tarde/noche caminando por la zona central. Viena es una ciudad tan palaciega, que uno puede estarse varias horas caminando y babeando por la zona cercana al castillo. El ayuntamiento, el teatro del pueblo, el parlamento, la ópera, museos varios, iglesias varias... aparte del palacio en sí. No se si era por tratarse del final del año o si siempre tienen la fabulosa iluminación en los edificios, pero que guapa se ve la ciudad de noche.
Fue buena idea aprovechar nuestra primera noche ahi para ver edificios, porque el último día del año el clima estuvo muy poco amigable. Entre lluvia, aguanieve, y nieve, acabamos refugiandonos en el Leopold Museum, cosa que al final nos convino bastante. El museo alberga una importante colección de obras de pintores austriacos (y un que otro cachirul), desde el siglo XIX hasta arte contemporaneo. Los exponentes que más me llamaron la atención fueron Gustav Klimt, Oscar Kokoschka, y el que más obra tiene en el museo, Egon Schiele.
Después de comer un delicioso y enorme plato de gulash para lunch, Niv y yo salimos corriendo a ver a nuestros amigos Barbara y Mike. En una par de horas nos tumbamos un par de botellas de prosecco y nos pusimos al corriente con los chismes de los últimos meses. Ellos, amablemente, se dedicaron a hacer que comieramos la mayor cantidad posible de sachertorte (pastel de chocolate con mermelada) que estaba buenisimo y que nos hizo salir de ahi rodando.
Nos reencontramos con mis padres, que estaban de buen ánimo pero un poco humedecidos por la tarde lluviosa. Nos dedicamos a recorrer el circuito de escenarios para el año nuevo con la idea de encontrar el que más nos gustara y estacionarnos ahi. Pasamos por la calle que tocaba valses todo el tiempo, por el escenario en el que tocaban covers en ingles, por el que contenía a un imitador de Falco, y finalmente por el que tenía a una orquesta de cámara y cantantes de opereta en pleno. Optamos por el de los covers en inglés, que era de los más animados. Así esperamos la llegada del año nuevo, que en ésta ciudad se anuncia con la típica cuenta regresiva (en alemán) e inmediatamente después, con el danubio azul. Esté donde esté la gente, el año nuevo se recibe bailando vals.
Rathaus (el ayuntamiento)
La calle de los valses, con candelabros y todo
Barbara, Niv y Mike
MUMOK
1 comentario:
Que padre la iluminación y que disfrutable es leer tus crónicas de viaje...
Un abrazo
Sigue Gozando!
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